El Premio Nacional de Ciencias, Humberto Maturana, analizó el surgimiento de los movimientos sociales, los que atribuyó a un clamor frente al incumplimiento de las promesas del mundo politíco a la ciudadanía, y también calificó la pobreza y la miseria como un síntoma de la desigualdad que es “absolutamente ilegítimo”.
En una entrevista publicada por América Economía, donde abordó este y otros temas junto a la epistemóloga Ximena Dávila y el ingeniero Cristóbal Gaggero, Maturana afirmó que “hay una petición, un clamor y una queja. Una queja frente a la superficialidad en el cumplimiento de los compromisos que se establecen. Estamos haciendo en Chile, y en el mundo en general, las cosas a medias; nos comprometemos a hacer algo que no lo hacemos o lo hacemos mal, sabiendo que está mal hecho. Esa deshonestidad básica es la queja. Al mismo tiempo, podemos decir que no necesariamente somos todos deshonestos, pero estamos en esta deshonestidad básica, en la cual no cumplimos los compromisos sociales”.
A su juicio, uno de los problemas tiene que ver con el concepto del “costo” que implica realizar los cambios.
“Cuánto cuesta arreglar una avenida para que no se provoquen inundaciones, por ejemplo. Alguien podría decir cuesta mucho, y cuando alguien dice eso, es porque en el fondo no quiere una solución, y no la quiere porque cuesta mucho. En el fondo, ese alguien no quiere poner la energía, la dedicación y los recursos, porque toda acción humana requiere energía”, dijo.
“Cuando uno habla de costo, habla de una cosa negativa. Pero si uno lo pudiese poner de otra manera, por ejemplo, pongamos energía, necesito voluntad. Eso es completamente distinto a la expresión costo. Entonces, si logramos hacer eso, y si logramos conversar sobre la naturaleza de lo que se quiere hacer, entonces, podemos actuar. Pero si lo miramos en términos de costos, ventajas o desventajas, según el costo, entonces, no lo vamos a hacer nunca”, agregó.
DESIGUALDAD Y DIFERENCIAS ILEGÍTIMAS
Maturana también se refirió al tema de la desigualdad, señalando que cuando es económica requiere ser corregida dada su ilegitimidad.
“Hay diferencias que son legítimas y que son respetables. Pero también hay diferencias que no son respetables. Somos distintos, pero hay momentos en que esas diferencias las tratamos como motivo de discriminación, y en ese momento ya no son legítimas. La discriminación nunca es legítima, siempre se sostiene en una teoría que niega al otro. Entonces, no se trata de hacer igualdad, porque no somos todos iguales. Pero sí lograr una coherencia en la convivencia, en la cual nos respetemos mutuamente, y sintamos que las diferencias ilegítimas las corregimos, como la desigualdades económicas que son ilegítimas, que son gigantescas, deben ser corregidas”, dijo.
Y ejemplificó: “Supongamos que hay datos económicos que nos dicen que estamos muy bien, pero qué pasa si tomamos al economista y lo trasladamos a una población ‘callampa’, y al trabajador humilde lo trasladamos al lugar de residencia del economista por un período de tres meses. Ahí se verán las diferencias, ahí uno se podrá dar cuenta que hay cosas ilegítimas. La pobreza es ilegítima, la miseria es absolutamente ilegítima. Por eso, cuando alguien es más pobre, hay alguien que se hace más rico”
Y remató señalando que “ahí hay una ilegitimidad. Está bien que existan diferencias, pero es un tema ético. Se trata de analizar cuál es la dinámica que conserva o justifica las diferencias que pasan a ser ilegítimas”.