domingo, 22 de enero de 2012

Artículo en CONTRALINEA del 8 de septiembre de 2011


Nazis cristeros

De: Edgar González Ruiz
Maestro en filosofía; especialista en estudios acerca de la derecha política en México
Los Nazis siempre han tenido simpatizantes en México. Hoy en día, existen agrupaciones pronazis, con presencia en internet y algunas entidades. Se pueden distinguir ciertas vertientes: por un lado, los nazis “ortodoxos”, que siguen fielmente las ideas originales de Adolf Hitler; por otro, los nazis “revisionistas”, que adaptan las doctrinas nacionalsocialistas, basadas en el militarismo, la dictadura e ideas de superioridad racial, a la realidad del país, con su pasado prehispánico y su herencia colonial, de hegemonía católica. Estos nuevos nazis se declaran católicos, son aliados de la Iglesia en temas como el aborto y el rechazo a los homosexuales, y a veces recurren a la simbología cristera, guadalupana y conservadora; así, algunos de ellos rinden culto a Maximiliano I de Habsburgo.
 
Como era de esperarse, muchos militantes del nazismo simpatizan especialmente con proyectos del gobierno de Felipe Calderón, la militarización del país y la desmesurada importancia que el panismo otorga a la llamada “guerra” contra la delincuencia.
 

Ayer y hoy

 
Desde la década de 1920, las tendencias totalitarias que conformarían posteriormente las potencias del eje conocido como Roma-Berlín-Tokio, o la Alianza del Eje, encontraron simpatizantes entre los sectores derechistas.
 
En 1929, el arzobispo Leopoldo Ruiz y Flores pedía en una carta privada “que Dios nos dé un Mussolini”, dada la cercanía que en ese entonces tenía el gobierno fascista con el clero católico; el piso de la Catedral de Tampico, inaugurada en 1931, fue decorada con cruces gamadas que ostenta hasta la fecha; el catolicismo conservador fue decididamente partidario del dictador Francisco Franco, aliado de Hitler y del autócrata, Benito Mussolini.
 
Los cristeros que subsistían en la época del cardenismo –que asesinaban a maestras rurales y quemaban escuelas–, se identificaban como franquistas, partidarios de una dictadura católica, como la que existía en España. El movimiento sinarquista y miembros del incipiente Partido Acción Nacional –fundado en 1939– tenían afinidades con el fascismo y el falangismo (corriente política muy próxima al fascismo y al nazismo, que floreció en España durante la década de 1930). A su vez, los servicios de inteligencia de México y de Estados Unidos documentaron las actividades de los “quintacolumnistas” de esa época.
 
El general y empresario, Juan Andreu Almazán, candidato a la presidencia de México en 1940, era partidario decidido de los nazis: llegó a afirmar que su “corazón pertenecía a los nazis” y era uno de los principales donantes del Partido Nacional Socialista en la Ciudad de México (Juan Alberto Cedillo, Los nazis en México).
 
Con la derrota de la alianza del Eje, perecieron las esperanzas de quienes habían creído en la instauración de un orden mundial hitleriano, pero el nazismo siguió teniendo ideólogos y partidarios en México.
 

Salvador Borrego Escalante

 
Uno de los principales autores de literatura pronazi, desde la década de 1950, es el mexicano Salvador Borrego Escalante, autor de Derrota mundial, que cuenta con más de 40 ediciones en su haber. El libro, que en las décadas de 1960 y 1970 se usaba como texto de historia en las escuelas confesionales, plantea que la derrota de la Alemania nazi había sido la del mundo entero. Borrego fue amigo y colaborador de Salvador Abascal Infante, dirigente histórico del sinarquismo y padre de Carlos Abascal, exsecretario de Gobernación durante el gobierno de Vicente Fox.
 
A la fecha, Borrego sigue escribiendo libros sobre temas políticos, ideológicos y militares. Éstos tienen una gran influencia en algunos círculos nazis, incluso en países como España. Algunos famosos nazis, como Pedro Varela Geiss, han visitado México y participado en conferencias y eventos conjuntos con Borrego (http://www.youtube.com/watch?v=UwutVVZwywk).
 
En México, uno de los grupos que se identifican como “nacionalsocialistas” y que hacen alusión a la obra de Salvador Borrego es el llamado Brigadas Fascistas de México, radicalmente antisemita. Se declaran contra “el modelo neoliberal usurocrático de corte sionista” (sic) (http://www.paginasprodigy.com/eolmos74/acercadenosotros.html)
 

Skinheads guadalupanos

 
Existen grupos nazis como Mujer Criolla y Orgullo Criollo que enfatizan la supremacía de la raza blanca, incluso en una nación como México, con sus raíces prehispánicas (paradójicamente advierten en sus páginas web: “¡Este foro es sólo para gente de raza blanca!”). Actualmente está en boga el “nazismo católico” donde los pronazis se presentan como defensores del catolicismo conservador y herederos de los cristeros. Tal simbología se retoma, por ejemplo, de la página web del llamado Frente Nacional México Skinheads (http://frentenacionalmexico.blogspot.com/), donde, junto a Hitler, aparecen Agustín de Iturbide, la Virgen de Guadalupe y los cristeros, además de Anacleto González Flores (laico y dirigente moral de la rebelión cristera, reconocido tanto por su resistencia en contra del gobierno de Plutarco Elías Calles y en pro de la Iglesia). Así, el nazismo en México enarbola símbolos e ideas de la derecha católica tradicional, que incluyen el antisemitismo y el rechazo a la masonería.
 
El 16 de mayo de 2010, esos skinheads convocaron a un congreso nacional en un bar de la ciudad de Tizayuca, Hidalgo. Hay que aclarar, sin embargo, que no todos los llamados skinheads son pronazis, sino que hay los que se oponen totalmente a esa ideología e, incluso, son de tendencias anarquistas.
 
Los intentos de los nazis por aliarse con las fuerzas católicas han sido recurrentes. Hace unos años, grupos pronazis se unieron a las campañas del conservadurismo católico contra la despenalización del aborto en la ciudad de México. A mediados de 1990, se manifestó públicamente en el Distrito Federal el grupo nazi Misión Nacional, que apoyaba protestas de católicos contra los “espectáculos irreverentes”, como calificaban, por ejemplo, a la obra de teatro El concilio del amor. Algunas tiendas y puestos de reliquias militares, por ejemplo, en La Lagunilla, son lugares de reunión de admiradores de Hitler.
 

“Amigos del Ejército”

 
En 1995, una serie de reportajes publicados en El Financiero (Linaloe R Flores, “Adolfo Hitler intenta renacer en México”, 10 de mayo de 1995; “Los ejércitos fanáticos del nazismo mexicano”, 11 de mayo; y “El México de los neofascistas”, 12 de mayo) puso al descubierto las actividades de varios grupos y personajes pronazis.
 
En la investigación se menciona, por ejemplo, a Carlos Roger, entonces dirigente de la filial mexicana del grupo pronazi y franquista Círculo Español de Amigos de Europa, fundado en Barcelona en 1966. Se señala también las tertulias nazistas organizadas por Hannerl Goessler, “escritora de origen alemán que perteneció a las juventudes hitlerianas”.
 
Los Amigos del Ejército era otro de los grupos de carácter paramilitar, y que reclutaba a sus adeptos, muchos de ellos adolescentes, en la colonia Lomas Taurinas, de Tijuana, Baja California. En 1995, a un año del levantamiento armado de Chiapas, los pronazis pregonaban una política de “mano dura”, derechista y militarista, como la que actualmente sigue el gobierno de Felipe Calderón.
 
Así se expresaba en aquella época el ultraderechista José Ignacio Vasconcelos, hijo del célebre escritor y político. Murió a los 96 años, el 30 de junio de 2009; autor de varios libros de tendencia hispanista (Medio milenio de hispanidad americana y La doctrina de la hispanidad americana, entre otros) hasta su muerte fue presidente de la Agrupación Reyes Católicos. En los mencionados reportajes se hace notar la simbiosis entre catolicismo y nazismo que prevalecía ya entre grupos extremistas, al grado de que, luego del saludo nazi, el segundo punto de una reunión de ese género es la invocación religiosa. “Los invitados rezan un padre nuestro o alguna oración a la Virgen de Guadalupe, cuya imagen suele estar presente en el encuentro”.
 

Panazis

 
El contexto político de México, a partir de 2006, ha sido especialmente favorable para las ideas radicales de la derecha, dado que vivimos bajo un gobierno impuesto mediante tácticas agresivas, que desdeñó las normas electorales, y que desde entonces ha seguido la tendencia de militarizar el país, con pretextos como el de la lucha contra el narco.
 
Los nazis son militaristas por naturaleza, por lo que en páginas como las del autodenominado Partido Nacionalsocialista de los Trabajadores de México encontramos mensajes como éste: “Saludos hermanos, les hago una cordial invitación para asistir al desfile militar este próximo 16 de septiembre, debemos dar nuestro saludo y respeto a nuestro glorioso Ejército mexicano. ¡Viva el orgullo criollo de México, Sieg Heil Hitler!” (sic).
 
La Organización por la Voluntad Nacional es otro grupo mexicano de tendencias afines al nazismo, pero adaptadas al contexto nacional. Por ejemplo, se declaran partidarios de la hegemonía católica y rinden culto a Maximiliano I de Habsburgo, en el Cerro de las Campanas, donde fue fusilado. Además, simpatizan abiertamente con las directrices militaristas de Calderón, y con su pretendida “guerra contra la delincuencia”. En su ideario encontramos los siguientes planteamientos: “El fortalecimiento de las Fuerzas Armadas, garantes de la seguridad y prestigio de la nación: alentar la producción de armamento moderno en el territorio nacional…”; “guerra a muerte contra el crimen: guerra total contra la delincuencia con grupos de elite bien armados…”; e instauración de la pena de muerte. Esos nazis, afines al actual gobierno panista, proponen también limitar las protestas públicas, con el pretexto de que pueden propiciar el “vandalismo”.
 
Otra evidencia de la fuerza que bajo el predominio político de la derecha, podrían llegar a alcanzar esas tendencias agresivas, fue el ataque contra los emos en Querétaro y en el Distrito Federal, en 2008; a éstos, sus detractores, identificados con ideas derechistas de “superioridad”, los estigmatizaban como “débiles” y “desadaptados”.