martes, 13 de mayo de 2014

¿Cuánto vale una madre? de Sabina Berman

Cuando un mexicano dice "vale madres", significa que algo no vale nada. Y no se equivoca. Esto ha hecho el Estado sexista con la maternidad desde que el Estado es sexista: esquinarla y convertirla en un cero. Tomarla como un hecho natural, espontáneo y gratuito, un cero. Mitificarla y cantarle loas o llevarle flores el 10 de Mayo y de nuevo valuarle en cero.
Es el trabajo de la maternidad y su derivado, el trabajo doméstico, el que desiguala a las mujeres y los hombres hoy en el capitalismo. Hoy una tercera parte de las mujeres egresadas de las universidades no ejercen sus profesiones, porque se dedican al hogar; hoy otra tercera parte de las profesionistas prefieren trabajos con menos responsabilidades, aunque sean menos remunerados, para poder ser también madres; hoy dos terceras partes de las mujeres profesionistas o no, trabajan dobles jornadas, una jornada remunerada y otra gratuita, la de la maternidad y el cuidado del hogar; hoy una tercera parte de mujeres en edad adulta han optado por no ser madres. Son datos planetarios de ONU mujeres.
¿Cuánto vale la maternidad? Lo responde Patricia Mercado, secretaria de trabajo del D.F. " Las labores de la maternidad, el cuidado de los otros y el trabajo doméstico, realizado en mayor parte por las mujeres, se han calculado: están valuados en 30 mil pesos al mes". Multiplique usted por las madres y amas de casa del país y verá la cifra que nuestro país le debe a sus mujeres. Dada esta cifra colosal, que nadie paga, ¿qué obligaciones cumple hoy el el Estado con las madres y amas de casa? Vuelve a contestar Patricia Mercado "Muy pocas" El estado asiste económicamente a las madres que viven bajo la raya de la pobreza y a las otras apenas las considera. Hay algunas guarderías gratuitas, son insuficientes. Los horarios largos en las escuelas, hasta media tarde, son una ayuda crucial para las mujeres, cuando existen; deberían ser la norma en todas las escuelas públicas. Faltan además lavandearías y cocinas públicas. Falta multiplicar el número de proveedores de ayuda doméstica.
Y falta valuar culturalmente la maternidad y el trabajo doméstico como lo que son. El sustento de nuestra calidad de vida. Falta pagar mejor a las asistentes que hacen parte de este trabajo, ivolucrar en estos trabajos a los padres y los hijos, sin que se sientan devaludados. Y exigir al Estado más y mejor cooperación.

Para leer artículo completo busca; revista PROCESO 1958/ 11 DE MAYO DE 2014 P.45