Querido Nicolás:
Me
uno a la opinión unánime de los que te han felicitado por tu brillante y
valiente discurso la noche del 6 de diciembre, apenas se conoció el
veredicto de las urnas.
En
la historia del mundo, el más alto nivel de gloria política que podía
alcanzar un revolucionario correspondió al ilustre combatiente
venezolano y Libertador de América, Simón Bolívar, cuyo nombre no
pertenece ya solo a ese hermano país, sino a todos los pueblos de
América Latina.
Otro
oficial venezolano de pura estirpe, Hugo Chávez, lo comprendió, admiró y
luchó por sus ideas hasta el último minuto de su vida. Desde niño,
cuando asistía a la escuela primaria, en la patria donde los herederos
pobres de Bolívar tenían también que trabajar para ayudar al sustento
familiar, desarrolló el espíritu en que se forjó el Libertador de
América.
Los
millones de niños y jóvenes que hoy asisten a la mayor y más moderna
cadena de escuelas públicas en el mundo son los de Venezuela. Otro tanto
puede decirse de su red de centros de asistencia médica y atención a la
salud de un pueblo valiente, pero empobrecido a causa de siglos de
saqueo por parte de la metrópoli española, y más tarde por las grandes
transnacionales que extrajeron de sus entrañas, durante más de cien
años, lo mejor del inmenso caudal de petróleo con que la naturaleza dotó
a ese país.
La
historia debe dejar también constancia de que los trabajadores existen y
son los que hacen posible el disfrute de los alimentos más nutritivos,
las medicinas, la educación, la seguridad, la vivienda y la solidaridad
del mundo. Pueden también, si lo desean, preguntarle a la oligarquía:
¿saben todo eso?
Los
revolucionarios cubanos —a pocas millas de Estados Unidos, que siempre
soñó con apoderarse de Cuba para convertirla en un híbrido de casino con
prostíbulo, como modo de vida para los hijos de José Martí— no
renunciarán jamás a su plena independencia y al respeto total de su
dignidad. Estoy seguro de que solo con la paz para todos los pueblos de
la Tierra y el derecho a convertir en propiedad común los recursos
naturales del planeta, así como las ciencias y tecnologías creadas por
el ser humano para beneficio de todos sus habitantes, se podrá preservar
la vida humana en la Tierra. Si la humanidad prosigue su camino por los
senderos de la explotación y continúa el saqueo de sus recursos por las
transnacionales y los bancos imperialistas, los representantes de los
Estados que se reunieron en París, sacarán las conclusiones pertinentes.
La
seguridad no existe hoy ya para nadie. Son nueve los Estados que
cuentan con armas nucleares, uno de ellos, Estados Unidos, lanzó dos
bombas que mataron a cientos de miles de personas en solo tres días, y
causaron daños físicos y psíquicos a millones de personas indefensas.
La
República Popular China y Rusia conocen mucho mejor que Estados Unidos
los problemas del mundo, porque tuvieron que soportar las terribles
guerras que les impuso el egoísmo ciego del fascismo. No albergo dudas
que por su tradición histórica y su propia experiencia revolucionaria
harán el máximo esfuerzo por evitar una guerra y contribuir al
desarrollo pacífico de Venezuela, América Latina, Asia y África.
Fraternalmente,
Fidel Castro Ruz
Diciembre 10 de 2015
6 y 42 p.m.
Movimiento Mexicano de Solidaridad con Cuba