Las imágenes difundidas por los diversos medios, sobre los lamentables disturbios ocasionados por los maestros de Guerrero, nos muestran una triste realidad del comportamiento de un nutrido grupo de compañeros docentes que han rebasado los límites de la legalidad y la cordura, nos hacen pensar que son unos verdaderos vándalos sin el menor respeto por nada, lanzados a la barbarie para exigir que sus demandas sean resueltas favorablemente.
Sus demandas, poco las conocemos, sus razones se pierden ante los hechos, la legitimidad de sus exigencias se cubren de deshonor y vergüenza. ¿Qué los lleva a actuar de esta manera?, ¿por qué los maestros caen en estos actos que los ponen ante la sociedad como verdaderos bárbaros?, ¿no les importa la imagen que proyectan? Los únicos malos son ellos, los que se niegan a escuchar son ellos, los violentos son ellos. Sin embargo, esta realidad brutal tiene muchas aristas escondidas, es el producto de largos años de lucha, de diálogos de sordos, de provocarlos para que caigan en la violencia y pocos ven lo que hay históricamente detrás de todo.
Los maestros de Guerrero, Oaxaca, Chiapas, la sierra de Puebla y otros lugares olvidados y marginados, los que se han integrado en la CNTE repudiando al SNTE desde hace muchos años, son los únicos que han enarbolado la bandera de las exigencias del magisterio, mientras que los del SNTE, esperan cómodamente el resultado de sus luchas, no participan en marchas ni plantones, no hacen paros ni suspenden clases, sólo esperan lo que el movimiento radical de la CNTE logre conseguir y bienvenido, pero no se arriesgan, no se exponen, aunque coincidan con las demandas. Si pudieran les echarían porras, aunque lo hacen quedito.
No estoy de acuerdo con estos actos, repruebo totalmente la violencia, pero no dejo de entender que hace mucho que llegaron a su límite. Los que trabajamos tranquilamente en escuelas cómodas y bien acondicionadas, los que tenemos acceso a todos los medios, los que contamos con museos, zoológicos, eventos culturales, bibliotecas, computadoras, aulas climatizadas y sobresueldos del 100%, difícilmente podemos entender a quienes carecen de todo esto, pero que sin embargo se esfuerzan en el aula y son líderes de su comunidad.
Hace años, me tocó coordinar un curso para maestros en Pachuca, Hidalgo; tenía la mitad de maestros del medio rural de Hidalgo, jóvenes maestros que tenían que hacer varias a horas a lomo de mula y hasta a pie, para llegar a sus comunidades en las que carecían hasta de un gis y pizarrón, la otra mitad, eran maestros del Distrito Federal, arrogantes y soberbios, veían con menosprecio a los maestritos rurales. La diferencia se marcaba desde su forma de vestir, de hablar y de comportarse. Sin embargo, al terminar el curso, la sencillez y humildad de los maestros rurales, habían terminado por doblegar el orgullo de los defeños, que tuvieron que admitir la superioridad de sus humildes compañeros.
La Reforma Educativa ha sido hasta hoy, más un golpe mediático que didáctico o pedagógico, más un embate contra la maestra y el SNTE para quitarle el poder que otrora les otorgaran, que un verdadero cambio de rumbo en educación. Hacen cambios para que las cosas sigan igual. La muestra está en la rapidez con la que confirmaron el cambio en la dirigencia magisterial, sin mediar un congreso o una consulta a la base, pero son quienes les garantizan el control de los maestros. No contaban con la violenta reacción de la CNTE que no está dispuesta a doblegarse y exige un verdadero diálogo. Son interlocutores sin voz y menos voto. La vertical imposición y la cerrazón a un diálogo real es la verdadera provocación, es una violenta agresión disimulada.
Los maestros de todo el país tienen muchas razones que esgrimir en esta reforma, no han sido convocados, su grito de inconformidad lo apagan las voces de los congresos que aprueban lo que desconocen; los maestros callan por miedo a perder sus escasos privilegios, sus suelditos y pequeños puestos de director, supervisor o su buena y bien ubicada escuela, les costó mucho obtenerlos. Por eso prefieren esperar, observar desde la cómoda barrera los acontecimientos. Después de los actos vandálicos, la represión está más que justificada, será aplaudida por toda la sociedad, que les sirva de escarmiento a todo aquel que se atreva a expresar inconformidad. El Pacto por México no tiene marcha atrás. La pregunta sería: Pacto, ¿por cuál México?
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