La escalada policiaca y militar que el gobierno ha lanzado a las calles
de México no ha resultado en un decremento de la violencia, antaño atribuida a
las organizaciones delictivas, mientras que las drogas, las extorciones, los
secuestros, los asaltos, siguen llegando a la población, ahora también llegan
las balas de la policía y el ejército.
Los sicarios se mueven a sus anchas, incluso asesinando, en la cercanía de los centros del poder político mexicano; que los y las principalmente afectadas son el pueblo y quienes toman conciencia de que es necesario tomar los espacios públicos para manifestar su desacuerdo con las políticas que la burguesía diseña contra la población trabajadora de México; que la incapacidad del sistema político-judicial actual para resolver los casos criminales que llegan al sistema de justicia es solo una forma más de la escalada de violencia que sufre la población mexicana.
Los sicarios se mueven a sus anchas, incluso asesinando, en la cercanía de los centros del poder político mexicano; que los y las principalmente afectadas son el pueblo y quienes toman conciencia de que es necesario tomar los espacios públicos para manifestar su desacuerdo con las políticas que la burguesía diseña contra la población trabajadora de México; que la incapacidad del sistema político-judicial actual para resolver los casos criminales que llegan al sistema de justicia es solo una forma más de la escalada de violencia que sufre la población mexicana.
La población en general sufre el clima de violencia en la figura de sus
vecinos, familiares o en carne propia, en este momento cualquier mexicano o
mexicana puede decir al menos que conoce o conoció a alguna víctima de la
“guerra contra el narcotráfico”, es en este clima de violencia que se comete
todo tipo de crímenes contra la ciudadanía, tanto de parte de la delincuencia,
organizada o no, como de los agentes gubernamentales, sean de la policía o del
ejército. Llama poderosamente la atención como estos crímenes se han
concentrado hacia las mujeres y los jóvenes, peor es ser mujer y joven a la
vez, los hechos violentos y de sangre son sufridos a diario por quienes tienen
que trasportarse dentro de las ciudades, ya sea al trabajo o a la escuela,
entre las mujeres la mayor cantidad de asesinatos se da hacia mujeres
trabajadoras, entre la juventud las y los estudiantes son quienes más sufren.
La guerra contra el narcotráfico está obstaculizando que la gente trabaje y
estudie, ¿qué tipo de país se espera tener en los siguientes años de seguir con
la actual política de violencia? ¿Es en este clima de violencia que se espera
que durante el 2012 se realicen elecciones para renovar la presidencia de la
república?
Violando el estado de derecho es que el ejército patrulla constantemente
las principales ciudades mexicanas, pero en vez de empezar a limitar esa
actividad, Felipe Calderón pretende poner en servicio de armas a todo el
personal del ejército mexicano que actualmente cumple labores civiles. La
declaratoria de “guerra contra el narcotráfico” solo ha servido para violar la
integridad de las garantías y derechos de las y los mexicanos, que tienen que
sufrir incluso asesinatos sin que esperen recibir justicia, solo la mención
oficial como “daños colaterales”.
La necesidad de una guerra contra la corrupción en general, y de la
corrupción que atraviesa todos los niveles del gobierno mexicano, no ha sido
declarada por el gobierno mexicano, y por lo menos requeriría la misma atención
que la dedicada a la guerra en las calles. El nivel de complicidad encontrado
entre los actores gubernamentales y del crimen organizado impide una eficaz
respuesta del gobierno a cualquier cosa que tenga que ver con el narcotráfico,
debido a que son juez y parte, pero
no solamente se mantienen intereses económicos personales dentro del gobierno
en su relación con el narcotráfico, si no que también se mantienen intereses
políticos, más allá de los apoyos para conseguir puestos públicos mediante el
financiamiento de campañas electorales, el gobierno no puede acabar con el
narco porque es su justificación para la militarización de la sociedad con el
fin de impedir que se genere una oposición política organizada, que tome las
calles, y que se encamine a detener los planes gubernamentales burgueses que
van encaminados a seguir minando los derechos y conquistas de la clase
trabajadora.
También mantiene el gobierno mexicano un interés, a nivel económico
global, en que las actividades del narco no terminen por el impacto económico
que ha tenido, reflejado en reactivación económica de comunidades enteras
dedicadas ahora a actividades relacionadas con el narcotráfico, generando empleos directa e indirectamente, así como la captación de
divisas.
Una de las propuestas que se ha dejado oír en algunos sectores es la de
la legalización de la mariguana, algo
que por supuesto el gobierno no va a hacer, pues lo principal es poder seguir
con el ejército en las calles y no acabar o mermar las actividades del crimen
organizado.
La dualidad crimen organizado-gobierno es demasiado evidente como para
que amplios sectores sociales se empiecen a manifestar por el regreso del
ejército a los cuarteles, y por un cambio de respuesta del gobierno hacia el crimen organizado.
Desde estas páginas
lanzamos la consigna: ni militarización, ni estado policiaco en México.https://sites.google.com/site/lrrlccc/